miércoles, 4 de noviembre de 2015

FAUNA URBANA 1: Araña de la cruz.

(Araneus diadematus/pallidus)

        Comenzamos esta nueva serie o apartado de nuestro blog, Fauna Urbana. En ella pretendemos dar a conocer a aquellos animales que, bien por no ser muy conocidos, bien por ser pequeños o por llevar una vida oculta aun conviviendo con nosotros, l@s chic@s no los distinguen adecuadamente.

        Perdonadme que empiece con uno de los animales que despiertan más aversión entre los humanos, producto, seguramente, del desconocimiento de su vida y costumbres, la araña, en este caso la preciosa Araña de la cruz o Araña de jardín, una de las más bonitas.



Araneus diadematus/pallidus
Araña de la cruz o de jardín (Foto de Rafael Rodríguez).


        Se trata de la típica araña que construye redes o telarañas en forma de espiral, la clásica tela de araña. Su hábitat natural son los jardines, parques y huertas. Como véis en la foto, es de un color pardo anaranjado y su cuerpo está dividido en dos partes, el cefalotórax o prosoma (donde está la cabeza) y el abdomen u opistosoma. En este último presenta dos protuberancias y unas manchas claras que forman aproximadamente una cruz, de ahí su nombre común. Perteneciente al grupo de los Arácnidos, tiene ocho patas muy espinosas con bandas claras y oscuras. Las hembras, como la de la foto, llegan a medir unos 2 cm. Los machos son más pequeños, no suelen llegar a 1 cm.

        Su nombre científico es el que aparece en el subtítulo. Como veis, aparecen dos. Eso es debido a que las dos especies son muy parecidas y sólo las puede distinguir un experto, que no soy, después de un detallado análisis de su morfología.

        No son animales agresivos, muy al contrario, llevan una vida tranquila y retirada entre los arbustos. Si se les molesta, sacuden violentamente la telaraña en señal de advertencia y, si aproximamos la mano pueden llegar a picar. La picadura no va más allá de un poco de dolor y picor con enrojecimiento local, como la picadura de una avispa, vamos.

        Se alimentan de insectos que caen presos en su red, por ello son considerados animales beneficiosos, aunque de vez en cuando cae también algún insecto beneficioso como la abeja. Pequeño tributo que hay que pagar.

        Suelen reconstruir a diario su telaraña, pues ésta pierde eficacia con las horas y, además, se deteriora con la caza. Devoran los restos de la antigua y construyen una nueva.

Araneus diadematus/pallidus
Trabajando en su tela (Foto de Rafael Rodríguez).


        Son, por tanto, criaturas que merecen ser protegidas pues nos aportan beneficios al eliminar insectos molestos o nocivos, contribuyen así al equilibrio del ecosistema y a la salud de nuestro jardín y huerto. Si, por cualquier causa encontramos alguna dentro de casa o en un lugar inapropiado, podemos recogerla con cuidado con un bote o un frasco y depositarla en el jardín o el huerto donde pueda desempeñar su labor con tranquilidad. ¿No os parece?

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