No es agradable escribir una entrada sobre lo que voy a trasladaros a continuación. La verdad es que había decidido no hacerlo, pero dado que los hechos se han repetido, creo que hay que darlo a conocer y, en su caso, tomar las medidas oportunas.
El pasado día 23, lunes, al reincorporarnos al trabajo en el cole después del fin de semana, como todos los lunes, nos acercamos al huerto a ver cómo evolucionan las plantitas y a darles un rieguecito si fuera necesario, nos llevamos la primera sorpresa: alguien había tomado el huerto como zona de juegos y había producido algunos desperfectos. Las etiquetas donde consta el nombre de las plantas y la fecha de siembra o plantación habían desaparecido o cambiado de sitio. Habían pisoteado el surco de los brócolis y las cebollas. Un par de brócolis han desaparecido y las cebollas, muy pequeñas aún, estaban bastante maltrechas. Una montaña de piedras coronaba la arqueta de riego impidiendo su uso.
Con paciencia, disimulando el disgusto, en positivo, reconstruí lo estropeado con ayuda de los chicos. Vuelta a empezar.
Las pisadas eran de niños pequeños, de infantil o primero, aunque había alguna más grande. ¿Quién o quienes habían sido? Después de varias pesquisas, hemos averiguado que se trataba de niños pequeños que habían estado jugando en el huerto DURANTE LAS ACTIVIDADES DEL CONCURSO DE BARCOS que se realizaron el viernes 20 por la tarde. Parece ser que algunos niños "escaparon" a la vigilancia de sus padres durante un buen rato.
Ayer, día 26, jueves, hubo también actividades del concurso de barcos por la tarde. Hoy, por la mañana, otra vez descubrimos con asombro, que han vuelto a estar jugando en el huerto. Otra vez las mismas pisadas, otra vez las plantitas tocadas, otra vez las etiquetas cambiadas. Las pisadas parecen las mismas. ¿Es que las personas que tienen que velar por la integridad del colegio durante estas actividades no cumplen con su cometido? ¿Se utilizan las instalaciones del colegio alegremente, sin el debido cuidado?
La sensación de disgusto y desilusión y las caras de los niños que cuidan del huerto os la podéis imaginar. Y ya van dos veces. ¿Qué pensarían esos padres o madres de los maestros de este colegio si, durante estos días, no hubiésemos cuidado diligentemente de los preciosos barcos que adornaban nuestro colegio y alguien los hubiera deteriorado? Pues, a la recíproca.
La capacidad de aguante, la paciencia, tienen un límite. Y a mí se me está acabando. Quizá me equivoque al seguir con este proyecto. Quizá debiera reconsiderarlo. Quizá . . .